Después de más de veinte años inactiva,
olvidada en el fondo de un armario,
te he descubierto bajo tu funda de gruesa tela gris.
Estabas igual,
oscura, sólida y preparada para seguir con tu cometido.
Me sorprendió, al levantarte, tu gran peso,
más de dieciséis kilogramos, treinta y seis libras en el UK,
(no pude evitar colocarte sobre la báscula del baño).
Imponente fortaleza de acero.
Te he engrasado,
y son tan numerosas y poco accesibles tus articulaciones,
que he recurrido a rociarte con spray, (3 en 1).
Te ha sentado muy bien este producto que quizás no conocieras.
Algunos deterioros de tu etapa de trabajo en tu negra capa de pintura,
han sido fáciles de reparar y has quedado con un elegante aspecto,
negra, cromada y reluciente.
Quizás como saliste de fábrica hace posiblemente sesenta años.
Te he colocado una cinta roja y negra, algo seca, y una hoja de papel.
¡Y has empezado a teclear!
Incluso ha sonodao el ¡tim! avisándome que debía bajar al siguiente renglón.
¡¡¡Y HAS ESCRITO!!!
Antonio Acacio Carrascal - 2013